Por Regina Santiago Núñez*
<La censura no sólo la ejercen los gobiernos; la censura también la ejercen las organizaciones criminales>. Con esa frase cerré la charla con un alumno de la Universidad Iberoamericana que me entrevistó para nuestra revista Adrede. Reflexión, lamento e impotencia. Dolor al recordar los relatos, algunos publicados, otros que recorren apenas en forma de susurro los pasillos de muchas redacciones no sólo del pequeño diario local, sino también de medios que alguna vez creímos intocables. Hoy en México y en demasiadas partes de Latinoamérica y el mundo, el periodismo duele.